Arcángel Jerahmeel

Figura del Arcángel Jerahmeel en el templo luterano de la Iglesia de Nuestro Salvador, Evangélica – Luterana, en Copenhagen, Dinamarca.

El nombre hebreo Jerahmeel (hebreo: יְרַחְמְאֵל Yəraḥməʾēl, tiberiano: Yăraḥmē̆ʾēl,[1] “Dios tendrá misericordia”),[2][3] que aparece varias veces en el Tanakh (ver el artículo Jerahmeel), también aparece en varias formas. como nombre de un arcángel en libros de los períodos intertestamental y paleocristiano.

El libro 2 Esdras, también conocido como 4 Ezra, es considerado canónico por la Iglesia Ortodoxa Etíope y se incluye dentro de los libros intertestamentales de los apócrifos en las Biblias protestantes utilizadas por las Iglesias luteranas y la Comunión Anglicana; ha llegado hasta nosotros en latín y aparece como apéndice de la Vulgata.

Hay una referencia en el capítulo 4, versículo 36, a Jeremiel (en latín Ieremihel), que, sin embargo, no aparece en todos los manuscritos. Otras versiones tienen Remiel o Uriel.[4] En este pasaje, el ángel o los ángeles (Uriel también está allí) están respondiendo las muchas preguntas de Ezra sobre el cielo y el infierno. Jeremiel (bajo cualquiera de sus alteraciones de nombre: Eremiel, Remiel, etc.) tenía un deber muy severo pero reconfortante en las eras precristianas.

Se le menciona en el capítulo 20 del Libro de Enoc escrito alrededor del [300 a.C.] como Remiel; uno de los siete santos ángeles que Dios puso sobre los que resucitarán. Más adelante en la teología cristiana, estuvo situado sobre el Seol (el inframundo) en la tradición abrahámica, en particular el “Seno de Abraham”, una región del inframundo casi idéntica en concepto a la idea griega de Elysium. Aquí Jeremiel se encargaba de aplacar a las almas justas que esperaban al Señor que allí residían. En el mundo poscristiano, el deber de Jeremiel evolucionó y se le asocia con San Simón Pedro como guardián del cielo. En ambos casos Jeremiel vela y guía al santo difunto en su viaje al más allá. Posiblemente debido a la influencia de Enoc 1 escrito antes.

Es un arcángel de paso que nos anima a cambiar de vida. También es el arcángel al que le podemos pedir que se desvele algo secreto.

Fuente: Wikipedia en inglés.

El Prendimiento de Jesús y las legiones de ángeles

El Prendimiento de Fra Angélico, Iglesia de San Marcos, en Florencia (Italia)

En esta entrada, no están visibles los ángeles, pero sí su fuerza y el servicio al que estaban velando: al mismo Dios, a Jesús.

Judas le había traicionado, le había vendido por 33 monedas y después de orar en el huerto de Getsemaní en su noche más triste, en la que un ángel le consoló mientras sus discípulos dormían, llegaron los soldados romanos para prenderle.

Sus discípulos se sublevaron y lucharon con los romanos. Fue cuando Pedro, que le negaría tres veces, le cortó una oreja a un soldado. Entonces fue cuando Jesús le dijo:

¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? (Mt 26,53)

El número doce es símbolico y lo que quería decir Jesús es que si Dios quisiera, todos los ángeles del cielo vendrían a defenderle.

Así pasa también con nosotros. Siempre que pidamos ayuda, nuestros ángeles vendrán. No legiones, porque no somos Dios y hay muchos humanos, pero si estará siempre presente nuestro ángel de la Guarda, nuestros arcángeles y los ángeles favoritos que evoquemos.

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Ángeles (jerarquía)

Ahora tocaría por orden los Arcángeles, pero al ser tan numerosa la información, ponemos la última jerarquía según Pseudo Dionisio, que son los ángeles, que dan lugar a confusión, porque realmente, ángeles son todos. Pero digamos que estos son, ‘la tropa’.

Es el último de los ordenes de la jerarquía de Pseudo Dionisio y son los más cercanos a las personas
y entre ellos se encuentran nuestros ángeles de la guarda.
Los ángeles de la guarda, o ángeles guardianes, no están relaciones expresamente en la Biblia, pero
si hay referencias a ángeles particulares de algunas personas. Por ejemplo, en los Hechos de los
Apóstoles 12, 6-8, cuenta la historia de cuando San Pedro estaba preso y un ángel se le apareció
para liberarle.

San Pedro liberado por un ángel
CANO, ALONSO
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

Llegaba el día en que Herodes iba a hacerlo comparecer; aquella misma noche Pedro estaba
durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la
cárcel. De repente la celda se llenó de luz: ¡estaba el ángel del Señor! El ángel tocó a Pedro en el
costado y lo despertó diciéndole: ‘¡Levántate en seguida!’ Y se le cayeron las cadenas de las
manos. El ángel le dijo en seguida: ‘Ponte el cinturón y las sandalias. Así lo hizo, y el ángel
agregó: ‘Ponte el manto y sígueme. Pedro salió tras él; no se daba cuenta de que lo que estaba
ocurriendo con el ángel era realidad, y todo le parecían visiones. Pasaron la primera y la segunda
guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió sola. Salieron y
se metieron por un callejón, y de repente lo dejó el ángel. Entonces Pedro volvió en sí y dijo:
‘Ahora no cabe duda: el Señor ha enviado a su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y
de todo lo que proyectaban los judíos contra mí.