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Serafines

Estigmatización de san Francisco TIEPOLO, GIAMBATTISTA
Venecia, 1696 – Madrid, 1770
1767 – 1769. Óleo sobre lienzo, 278 x 153 cm. En exposición temporal Representación de una escena milagrosa en la vida de san Francisco de Asís ocurrida en 1224 durante la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. El Santo, durante un momento en el que se retiró a rezar, recibió de un serafín los estigmas, las mismas heridas sufridas por Cristo en la Cruz. A su lado, un ángel le sostiene para evitar que su cuerpo en éxtasis se desplome. La variedad tonal de los azules utilizados y su contraste con la oscurísima gama cromática empleada tanto en el paisaje como en el hábito del Santo, contribuyen a crear una atmósfera de irrealidad que ensalza el carácter sobrenatural del milagro. Este lienzo forma parte del conjunto realizado para la Iglesia del Convento de San Pascual de Aranjuez. El boceto de esta obra se conserva en las Courtauld Institute GalleriesLondres.

Gracias al Museo del Prado por permitir utilizar sus imágenes en nuestros blog y poder difundir las obras de arte de nuestro primer Museo nacional de España.

En las obras de Pseudo Dionisio Areopagita, los serafines están en la escala más alta de los ángeles cercanos a Dios. En el libro de Isaías 6: 1-3 ya se los describe:

El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono elevado y alto, y el ruedo de su manto llenaba el Templo. Por encima de él había serafines. Cada uno de ellos tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos los pies y con las otras volaban. Y gritaban, respondiéndose el uno al otro: ‘Santo, Santo, Santo es Yavé de los Ejércitos, su Gloria llena la tierra toda. Él vio al Señor en su trono a los serafines con seis alas encima de él. Dos alas cubrían su caray dos sus pies, probablemente para protegerles a ellos del intenso brillo de la majestuosidad de Dios. Cantaban un himno que decía: Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos y llena está la tierra de su gloria! Un serafín tomó un trozo de carbón ardiendo y lo posó sobre los labios de Isaías, perdonando con esta acción sus pecados.

Aunque otros autores nos cuentan que los serafines, por ser los ángeles más cercanos a Dios, no tienen cuerpo ni forma humana, son simplemente energía o fuego. Son seres de luz. A los serafines se les achaca la destrucción de Sodoma y Gomorra con bolas de fuego. Posiblemente, Lucifer, el ángel caído, fuera un serafín.