Arcángel Uriel

James Powell and Sons of the Whitefriars Foundry, Public domain, via Wikimedia Commons

Mosaico del arcángel San Uriel en la Iglesia de San Juan Evangelista en WarminsterWiltshire. (Wikipedia)

Uno de los arcángeles desconocidos para la gran mayoría de las personas por que no está reconocido por la Iglesia Católica. Sin embargo, Uriel, que significa ‘Fuego de Dios’ o ‘Dios es mi luz’, se le relaciona con los otros tres arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel, sobre todo en los textos judíos y en distintos libros apócrifos (no reconocidos como sagrados).

Se cree que fue uno de los ángeles encargados de la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra. En otros escritos, se refieren a Uriel, no como un arcángel, sino como un Querubín o un Serafín.

Actuando como Querubín, se cree que Uriel era el encargado de velar la puerta del jardín del Edén, el paraíso inicial de Adán y Eva, con una espada de fuego en su mano.

Se cree que también fue el ángel que atacó a Moisés por orden de Dios al no haber circuncidado a su hijo. Lo podemos leer en Éxodo 4, 24-26

24. Cuando Moisés iba de camino, el Angel de Yavé se le presentó en el lugar donde pasaba la noche, con intención de quitarle la vida.

25Tomó entonces Séfora un cuchillo de piedra y, cortando el prepucio de su hijo, tocó él los pies de Moisés. Luego dijo: ‘Tú eres para mí un esposo de sangre.

26El Angel lo dejó. Ella había dicho estas palabras, ‘esposo de sangre’, a causa de la circuncisión.

También en el Libro de Enoc, se presenta a Uriel como un ángel castigador, muy severo, controlando el infierno, persiguiendo el castigo de los pecadores. Enoc también se refiere a él como el jefe de los siete arcángeles, aunque esta figura es siempre reconocida a Miguel.

Es identificado también como el ángel que luchó contra Jacob en Génesis, 32, 22 – 30

22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc.

23 Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía.

24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel;[a] porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel;[b] porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

Hay fuentes judías que nos cuentan también que Uriel, junto a Miguel, Rafael y Gabriel, se encargarón del cadáver de Abel, asesinado por su hermano Caín. Éste, intentó enterrar el cadáver de su hermano, pero la tierra lo vomitó. Los arcángeles cogieron al cuerpo de Abel y lo depositaron en una roca donde permaneció incorrupto, hasta que murió Adán y lo enterraron junto a su padre, en el mismo campo donde Dios cogió el barro para formar a Adán.

En el evangelio apócrifo de Bernabé, se nos cuenta que Uriel será el arcángel encargado de llamar a los hombres en el último día del mundo para el Juicio Final.

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QUERUBINES

Abajo del cuadro, los querubines más famosos del mundo. Se han ilustrado miles de láminas con ellos y están en muchos cabeceros de cama en dormitorios. Madonna Sixtina, Raphael, Public domain, via Wikimedia Commons. Se encuentra en  Gemäldegalerie Alte Meister de Dresde (Alemania)

Según los estudios de Pseudo Dionisio Areopagita, es la segunda escala en la jerarquía de ángeles más cercanos a Dios. Su nombre viene del hebreo, kerub, que significa ‘llenos de conocimiento’ . Los querubines son nombrados 91 veces en el en el antiguo testamento pero también una vez en el Apocalipsis, en el nuevo testamento. Aparece en Génesis tres:24 donde dice:

Habiendo expulsado al hombre, puso querubines al oriente del jardín del Edén, y también un remolino que disparaba rayos, para guardar el camino hacia el Árbol de la Vida.

También aparecen en Éxodo 25:10-22 donde dice:

Harás un Arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y otro codo y medio de alto. La revestirás de oro fino por dentro y por fuera y labrarás una cornisa de oro alrededor. Le pondrás cuatro anillos, uno en cada ángulo del Arca, dos a un lado y dos al otro. Harás también unas varas de madera de acacia y las cubrirás igualmente con oro. Las pasarás por los anillos que están a los lados del Arca para llevarla. Estas varas estarán siempre metidas en los anillos y no se sacarán de ellos. En el Arca pondrás el Testimonio que yo te daré. Le harás una cubierta, el ‘Lugar del Perdón’, de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio de ancho. Asimismo, harás dos querubines de oro macizo, y los pondrás en las extremidades de la cubierta. Pondrás un querubín a una extremidad, y el otro en la otra; formarán un solo cuerpo con la cubierta, a sus dos lados. Los querubines extenderán sus alas hacia arriba y sus alas cubrirán el Lugar del Perdón. Estarán de frente el uno al otro y sus caras mirarán hacia el Lugar del Perdón. Lo pondrás sobre el Arca, y pondrás dentro de ella el Testimonio que yo te daré. Allí me encontraré contigo para darte mis órdenes referentes a los hijos de Israel. Te hablaré de encima del Lugar del Perdón, de en medio de los dos querubines puestos sobre el Arca del Testimonio.

Detalles de los querubines del cuadro anterior.

Hacen mención de ellos también en el primer libro de los Reyes 6: 25

En el Santo de los Santos puso dos Querubines de madera de olivo silvestre de cinco metros de alto. Cada una de las alas del querubín tenía dos metros y medio de largo, de manera que había cinco metros de una punta a la otra de las alas. El segundo querubín medía también cinco metros; ambos querubines tenían el mismo porte y la misma forma. La altura del primero y del segundo era de cinco metros. Salomón puso los querubines en el centro de la Casa, con las alas desplegadas; el ala del primero rozaba uno de los muros y el ala del segundo tocaba el otro muro, y sus alas se tocaban una con otra en el medio de la Casa. Salomón revistió de oro a los querubines. Hizo esculpir en relieve en todas las paredes de la Casa, por todo el derredor, tanto por fuera como por dentro, querubines, palmas y flores. Por dentro y por fuera, el piso de la Casa estaba recubierto de oro. Las puertas del Santo de los Santos eran de madera de olivo silvestre, el dintel y los postes ocupaban la quinta parte de la puerta, ambas puertas de madera de olivo silvestre estaban esculpidas con querubines, palmas y flores; todo estaba recubierto de oro, incluso los querubines y las palmas. De igual modo la entrada del Santuario estaba guarnecida de postes de madera de olivo silvestre, que ocupaban un cuarto de la puerta. Las dos puertas eran de madera de ciprés; cada una estaba constituida por dos paneles que se articulaban; allí habían esculpido querubines, palmas y flores, todo recubierto de oro.

También aparece en el segundo libro de las Crónicas tres:1tres-14

Las alas desplegadas de estos querubines medían veinte codos. Estaban de pie, y con sus caras vueltas hacia la Casa. Hizo también la cortina de púrpura violeta, púrpura escarlata, carmesí y lino fino, y en ella hizo poner querubines.

En Ezequiel, 1, 1-28 aparecen también

El año treinta, el día quinto del cuarto mes, encontrándome entre los desterrados, a orillas del río Quebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas. El día quinto del mes, el año quinto de la deportación del rey Joaquim, la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. Yo miré: un viento huracanado venía del norte. Vi una gran nube: En medio de ella un fuego ardiente irradiaba luz, y el centro era como de metal incandescente. En medio del fuego había cuatro seres vivos. Tenían la misma forma: cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Sus piernas eran rectas, con pezuñas como las de buey; brillaban como bronce pulido. Bajo sus alas (en los cuatro costados) tenían manos de hombre. Las alas de los cuatro se tocaban unas con otras. Al andar no se volvían a ningún lado: iban derecho siguiendo una de sus caras. Vistos de frente, los cuatro seres tenían aspecto humano, pero la cara derecha de su cuerpo era cara de león, y su cara izquierda, cara de toro. Los cuatro tenían también una cara de águila. Sus alas estaban desplegadas hacia arriba; cada uno tenía dos alas que se juntaban con las de sus compañeros, y dos alas que le cubrían el cuerpo. Cada uno de ellos iba derecho siguiendo una de sus caras, iban hacia donde el espíritu los empujaba y al caminar no se daban vuelta. Entre los seres había como carbones ardientes: se diría que había un baile de antorchas entre esos seres; el fuego iluminaba, y del fuego surgían relámpagos. Esos seres iban y venían como el relámpago. Al mirar bien a esos seres, vi que, en el suelo, había una rueda al lado de cada uno de ellos. Esas ruedas centelleaban como piedras preciosas, y las cuatro tenían la misma forma. Cada rueda era doble: parecía como dos ruedas entrecruzadas. De ese modo podían avanzar en las cuatro direcciones, sin tener que dar vuelta. Tenían una llanta muy grande y de aspecto aterrador, porque las cuatro tenían ojos por todo el derredor. Cuando los seres avanzaban, las ruedas avanzaban al lado de ellos; cuando los seres se elevaban desde la tierra, las ruedas también se elevaban. Los seres iban adonde el Espíritu quería, y las ruedas también iban allá porque el espíritu que estaba en los seres estaba también en las ruedas. Cuando ellos avanzaban, éstas avanzaban; cuando se detenían, se detenían éstas; cuando se elevaban desde la tierra, las ruedas igual se elevaban, porque el espíritu del ser estaba también en cada una de las ruedas. Por encima de los seres se veía una como plataforma de cristal resplandeciente; bajo la plataforma sus alas se erguían paralelas unas a otras. Oí entonces el ruido de sus alas, como el ruido de aguas caudalosas, como la voz del Dios Todopoderoso. Cuando caminaban se sentía un ruido como de tempestad, como el estruendo de una multitud; cuando se detenían replegaban sus alas. Un ruido se oía desde la plataforma que estaba encima de sus cabezas. Sobre ésta se veía como una piedra de zafiro en forma de trono y, en esta forma de trono, a un ser que tenía una apariencia humana en su parte superior. Lo vi como rodeado de metal incandescente, de la cintura para arriba, y de la cintura para abajo, era un fuego que proyectaba luz. La luz que lo rodeaba tenía el aspecto del arco iris que se ve en las nubes en los días de lluvia. Esa visión era una imagen de la Gloria de Yavé, cuando lo vi me tiré de bruces al suelo; oí entonces una voz que me habló.

Querubines en
La Asunción de la Virgen
RIBERA, JUAN VICENTE DE
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

De nuevo aparecen en Ezequiel 10:1-22

En ese momento vi que en la plataforma, por encima de los querubines, había una piedra de zafiro en forma de trono. Desde allí dijo al hombre vestido de lino: ‘Pasa por debajo de las ruedas y toma entre tus manos carbones que dispersarás por la ciudad. El hombre fue allá, y yo lo observaba; mientras se deslizaba, los querubines estaban de pie al lado sur y la nube cubría el patio interior. La Gloria de Yavé se elevó por encima del querubín, en dirección a la puerta del Templo; la nube cubría la Casa y todo el patio quedó inundado del resplandor de la Gloria de Yavé. El ruido de las alas de los querubines se oía hasta en el patio exterior, pues era tan fuerte que parecía la voz del Dios Todopoderoso cuando habla. Dio esta orden al hombre vestido de lino: ‘Saca fuego de entre medio de las ruedas y de los querubines. El hombre se aproximó y se puso al lado de la rueda. El querubín extendió la mano hasta el fuego, sacó unas brasas y las depositó en la mano del hombre con traje de lino; éste las recibió y salió. Vi entonces una especie de mano de hombre bajo las alas de los querubines. Vi cuatro ruedas colocadas al lado de los querubines (había una rueda al lado de cada querubín), y las ruedas resplandecían como piedras preciosas. Las cuatro ruedas tenían la misma forma: se podría decir que cada rueda estaba hecha de dos ruedas entrecruzadas. Podían pues ir sin volverse a los cuatro puntos cardinales, iban sin darse vuelta en la misma dirección hacia donde miraba la cara del querubín. Las llantas de las cuatro ruedas estaban llenas de ojos por todo el derredor. Oí entonces que a esas ruedas les daban el nombre de ‘torbellino. Cuando los querubines avanzaban, las ruedas avanzaban con ellos; cuando los querubines desplegaban sus alas para elevarse desde la tierra, las ruedas no dejaban de acompañarlos. Cuando los querubines se detenían, las ruedas se detenían junto con ellos, porque el espíritu de estos seres estaba en ellas. La Gloria de Yavé salió de la Casa y se detuvo encima de los querubines. Ante mi vista, los querubines abrieron sus alas para elevarse desde la tierra, y salieron acompañados por las ruedas; se detuvieron a la entrada de la puerta oriental del Templo de Yavé, con la Gloria del Dios de Israel que descansaba sobre ellos. Eran los mismos seres que había visto debajo del Dios de Israel junto al río Quebar, y reconocí que eran querubines. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y se veían como manos debajo de sus alas. Sus caras, eran tales como las había visto junto al río Quebar. Y se desplazaban según la dirección de sus caras. Vuelven a salir en el Apocalipsis 4:6-8

Una pileta transparente como cristal se extiende delante del trono. Cuatro Seres Vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás, ocupan el espacio entre el trono y lo que hay a su alrededor.7. El primer Ser Viviente se parece a un león, el segundo a un toro, el tercero tiene un rostro como de hombre y el cuarto es como un águila en vuelo. Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tiene seis alas llenas de ojos alrededor y por dentro, y no cesan de repetir día y noche: Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, es y ha de venir. Los jefes de los querubines son Ophaniel, Rikbiel, Cherubiel, Raphael, Gabriel, Zophiel y Satán, que fue el ángel caído.

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